A diciembre del 2018, inicios de la gestión de Mario Abdo Benítez, la deuda externa era de 7.746 millones de dólares, equivalente al 18% del Producto Interno Bruto (PIB).
A poco más de un año de marcharse, la deuda llega a USD 14.373 millones, correspondiente al 35,8 % del PIB, es decir, un 80 % más que cuando ingresó. Apenas el 12 % de esta deuda es en guaraníes, el resto corresponde a moneda extranjera, a diferencia de Brasil, donde se da a la inversa.
El economista Pablo Herken explicó que el endeudamiento es una herramienta utilizada por un estado, cuando sus necesidades no son cubiertas con impuestos o ingresos circulares como Itaipú y Yacyretá.
Sin embargo, que el nivel deuda sea tan fuerte en un corto periodo, ya es decisión de cada presidente. En el caso de Abdo Benítez, bajo el rótulo de la pandemia, contrajo una deuda de casi 3.000 millones de dólares, incluyendo los famosos USD 1.600 millones autorizados de una sola vez por el Congreso.
“Nos endeudamos demasiado y se priorizó obras, no gente, esto puede bajar nuestra calificación internacional y no estamos muy lejos de la posibilidad de pedir un acuerdo con el FMI”, advirtió Herken.
En cuanto al próximo Gobierno, indicó que la tocará cargar con una mochila muy pesada y que, de entrada deberá cortar con el vicio del endeudamiento. Otra posibilidad es congelar los préstamos externos anteriores, no ejecutados.
Herken consideró que los ejes prioritarios deberían ser: viviendas sociales, infraestructura educativa y salud, pero principalmente capacitación de personal, y no inauguración de camas o artefactos que no pueden ser utilizados por falta de funcionarios.