Leonardo Alfonso Martínez, un joven indígena de Acaraymi, pasó de cruzar arroyos y volver a casa con hambre para convertirse en ingeniero agrónomo.
“Mi mamá vendía hasta sus gallinas para que yo pueda estudiar”, contó. Ahora, sueña con abrirles el camino a su familia.
Con 8 hermanos y muchos sacrificios, el joven contó nunca dejó de luchar. Hasta su perro, Chino, lo esperaba cada noche en la ruta. “Pedí a Dios una ayuda y logré un trabajo en Itaipú que me permitió terminar mi carrera”, mencionó. Ahora, dijo que estudiará Profesorado Intercultural Indígena en la Universidad de Integración Latinoamericana (UNILA), considerada una de las mejores en la región. Esta vez, la casa de estudios le dará alojamiento, comida y un pequeño salario para sus gastos, durante 4 años de estudios, tras ser seleccionado por medio de un concurso.