“Destruyeron todos los puentes, destruyeron los trenes para impedir que salgan nuestras mujeres, niños, ancianos. Nos impiden abastecernos”, declaró Vadym Boichenko, en la mensajería Telegram.
“Buscan imponer un bloqueo como en Leningrado (actualmente San Petersburgo)”, ciudad soviética asediada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
“Desde hace siete días, están destruyendo deliberadamente las infraestructuras vitales de la ciudad. Estamos de nuevo sin electricidad, sin agua y sin [calefacción]. Las hordas militares de Vladimir Putin bombardean la ciudad y no permiten las evacuaciones ni de heridos ni de mujeres ni de niños”, señaló.
El alcalde de esa ciudad, de población rusohablante, también criticó la justificación ofrecida por Rusia para defender su invasión, como “salvar” a las poblaciones rusohablantes de un pretendido “genocidio” ucraniano.
“En realidad, son ellos los que están cometiendo un genocidio de nuestra población, que es de origen ucraniano, ruso y griego”, insistió.
El control de Mariúpol (441.000 habitantes) reviste una importancia estratégica para Rusia, pues le permitiría tener una continuidad territorial entre sus fuerzas llegadas desde Crimea y las llegadas desde los territorios separatistas prorrusos del Donbás.
Los dos grupos se juntaron en la costa del mar de Azov el martes, según el gobierno ruso. Por su parte, los separatistas anunciaron el miércoles que la ciudad estaba rodeada.