En la década del 80, un niño corría tras su padre hasta el Cuartel de Bomberos ubicado en la zona baja de Encarnación, para observar a los valientes voluntarios servir a la comunidad arriesgando sus propias vidas, era un acto que lo llenaba de orgullo y soñaba imitar sus pasos. Esta escena se repitió por varios años hasta que esté niño cumplió los 12 años y un llamado de auxilio lo llevó a la determinación de que quería ser Bombero igual que ellos.
Fue un incendio estructural en la zona baja, aquella tarde había marcado un antes y un después en la vida de Fabian Martinez, el protagonista de nuestra historia. Con tan sólo 12 años de edad ya tenía basto conocimiento del servicio bomberil, mientras se capacitada ya participaba de importantes servicios en toda la comunidad hasta que a la edad de 17 años llegó el gran día de jurar como Bombero Voluntario de Encarnación.
El 30 de marzo pasado, se cumplieron 29 años de aquel juramento y hasta la fecha, Fabian llevaba contabilizado más de 3.000 servicios que van desde pequeños rescates de animales hasta incendios y accidentes de grandes proporciones. Hoy el conocido Pila falleció dejando en luto a toda la ciudadanía Encarnacena.
Fabian era un tipo que amaba lo que hacía, vivía en el cuartel y era raro verle sin uniforme. “Antes debíamos de rescatar a las personas de entre vehículos de hierro sin los equipos que tenemos ahora, quizá por eso hoy me resulta fácil hacer rescates de accidentes vehiculares”, comentó recientemente en una entrevista.
Entre los servicios que marcaron su carrera como Bombero, mencionó que una vez pudieron controlar un incendio en el barrio Pacu Cua y que al día siguiente, la propietaria de la vivienda quiso pagarles con dinero como agradecimiento por el servicio prestado. “Es algo que nunca olvido», dijo visiblemente emocionado. “Ahora gracias a Dios ya tenemos equipos de alta tecnología, antes era más difícil quizá por eso aprendí que es mejor servir con el corazón antes que con herramientas”, recordaba.
Hoy, Fabian se despide de la institución y de su ciudad con el rango de Capitán, un hombre que entendió que ser Bombero era
que mientras tenía fuerzas debía seguir sirviendo voluntariamente a su Comunidad como Voluntario de Encarnación.