Estaba amaneciendo, el sol se asomaba y el cantar de las aves comenzaba a anunciar un nuevo día en plena selva en las afueras de la Villa Encarnación, una mañana de primavera que se convertiría en las más trágicas para una comunidad Ache; el pecado, haber cazado el caballo de un colono en Quiteria.
Era el 25 de septiembre de 1.896, los Aché estaban despertando luego de un día de festín donde disfrutaron de un banquete tras cazar un gran animal en la selva, lo que no sabían era que ese animal era de un colono que al enterarse de lo ocurrido juró venganza.
Los «blancos» se prepararon con armas y el condimento de la sorpresa, antes de que salga el sol atacaron la tribu ubicada en Sandoa, hoy conocido como San Luis del Paraná. Sin piedad mataron a todos los que desconcertados salían afuera para ver lo que ocurría. La batalla duró unos 30 minutos, decenas de cuerpos de hombres y mujeres quedaron tirados y sus sangres regaban la tierra colorada del Alto Paraná.
Los que pudieron escapar fueron hacia el norte, varios de ellos se volvieron a reagrupar más arriba y buscaron algún lugar seguro, allí decidieron abandonar su comunidad, su hogar y nunca más volver.
A los niños los tomaron como prisioneros y vendidos como criados a los hacendados, otros se perdieron y murieron en la selva, se cree que algunos sobrevivieron y sus descendientes siguen viviendo en Encarnación sin siquiera saber la historia de sus ancestros.
En la masacre una niña de 3 años sobrevive, la niña es bautizada por sus captores con el nombre de Damiana, su nombre irónicamente lleva en honor a un santo católico conmemorado este día y patrono de la matanza, San Damián.
La pesadilla recién empieza
Fue llevada como criada pero rápidamente unos antropólogos del Museo de Ciencias Naturales de La Plata en Argentina la convierten en objeto de interés científico en el marco de sus estudios raciales.
Se presume que Damiana fue vendida por unas monedas para que en 1907, a la edad de 14 años sea internada en lo que hoy se conoce vulgarmente como un «manicomio», la fotografían desnuda dos meses antes de que muera de tuberculosis.
Ya estando muerta, los estudios sobre su cuerpo continúan en La Plata y en Berlín y luego llevada entre los restos de primates donde estuvo por un siglo hasta que unos jóvenes estudiantes identifican parte de sus restos en un depósito. Su cabeza es encontrada poco después en el Hospital Charité de Berlín.
Damiana fue arrebatada de su familia, prisionera y víctima de la ciencia que a su vez era más ignorante que nunca, tratada como un primate sin que sus verdugos se imaginen que al poco tiempo entendería y hablaría perfectamente el español y el alemán.
El terror recorre kilómetros y cruza continentes
Al ser vendida, Damiana es trasladada del paraje Quiteria de Encarnación a San Vicente, en la provincia de Buenos Aires, para servir como mucama en la casa de María Verena Meyer, madre del psiquiatra y filósofo Alejandro Korn y, al mismo tiempo, es entregada a los antropólogos del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, que la sometieron a estudios antropométricos.
Entre los abusos que sufrió fue fotografiada desnuda por el médico y antropólogo alemán Robert Lehmann-Nitsche- y, cuando los hombres que la tenían cautiva no pudieron encauzar su despertar sexual conforme a los patrones morales de la época, la encerraron en el hospital ‘Melchor Romero’ de La Plata y luego en un correccional de Buenos Aires, donde murió en 1907, a los 14 años, producto de una tuberculosis.
Pero la cosificación de Damiana no terminó con su muerte: su cuerpo fue desmembrado y su cabeza enviada a Berlín para ser analizada con fines supuestamente científicos.
Muchos científicos contemporáneos creen que a Damiana la dejaron morir una vez que creció para que también pueda ser desmembrada y analizada por partes, en otras palabras que sus restos entren a una carnicería.
Promiscuidad y muerte
En su adolescencia, Damiana consideraba los actos sexuales como la cosa más natural del mundo y se entregaba a satisfacer sus deseos con la espontaneidad instintiva de un ser ingenuo según el documento “Relevamiento antropológico de una india guayaquí”, publicado en 1908, en el que realiza un relato pormenorizado de todas las partes del cuerpo de Damiana.
Según explicó el historiador Andres Morel, este accionar no le agradó a quienes estaban responsables por Damiana, por lo que la internaron en el ‘Melchor Romero’ por una ninfomanía, pero a la vez se cree que en realidad se trataba de una excusa para pasarla del encierro de la casa donde la tenían de sirvienta a una institución, donde iba a terminar muriendo, justo cuando termina su desarrollo y crecimiento.
Antes de eso, habían colocado dos perros de pelea frente a su habitación, para que ningún hombre se atreva a ingresar pero en una noche, ambos perros fueron asesinados por la adolescente.
Justicia y restitución
Damiana -o mejor dicho, “Kryygi”, el nombre con el que la renombró su pueblo una vez que se restituyeron sus restos- fue, a lo largo de su corta vida, víctima de todos los abusos y violencias posibles.
Los restos del cuerpo de Damiana fueron restituidos al pueblo Aché en junio de 2010 y enterrados –ya con el nombre de Kryygi- durante un ritual propio de su cultura. Como parte de un rompecabezas del horror, en 2011 la periodista alemana Heidemarie Boehmecke localizó la cabeza en el complejo hospitalario ‘La Charité’ de Berlín y, unos meses después, el cráneo también fue entregado a la comunidad Aché.
Durante este seguimiento la comunidad Ache en Paraguay exigió que los restos de Damiana regresen a la selva paraguaya, el extenso proceso de repatriación hoy permite que esos huesos descansen en un cementerio sagrado para esta comunidad.